En la "generación decapitada" de comienzos de siglo sólo es comparable a la que tenemos en la "generación del 30" en materia de novela: tal vez porque ambas señalan el comienzo de un camino. Son, en efecto, Borja, Fierro, Silva y Noboa y Caamaño quienes inauguran en Ecuador no sólo la poesía "viva" sino la poesía a secas: la establecen como vocación y destino en un país donde, con excepciones históricas, había llegado a ser sólo distracción ocasional de ex presidentes, ex embajadores, ex ministros y sacerdotes o adorno de señoras ociosas.