Segunda apuesta en la etnografía del poder es el análisis de los distintos aspectos de la vida local, no sólo como expresiones de una organización cultural o étnica específica, sino de las tensiones y los conflictos en distintas escalas (Ávalos, 2008; Escalona, 2000, 2001 y 2009; Garza, 2002; Gómez, 2005; Imberton, 2002; López, 2010; Pérez, 2004; Pinto y López, 2004; Toledo, 2000, 2002 y 2009
Los trabajos referidos nos muestran que la vida social, edad y género. Una etnografía del poder podría, retomar esta centralidad de la contradicción y examinar la vida social no como forma de organización fija, sino como producto de disputas en torno a bienes.