Un número. Eso era todo lo que tenían que conseguir.
En concreto, debían calcular cuánto medía un grado de latitud en el ecuador.
Pero la llamada Misión Geodésica Francesa, que partió de París en 1735 rumbo a lo que entonces era la colonia española de Perú, terminaría siendo una colosal expedición científica de 9 años.
Durante ese período el equipo debió enfrentarse a la hostilidad del terreno y de los locales, sortear rivalidades internas, problemas legales y falta de fondos.
En esos años, un investigador murió de fiebre amarilla y otro fue asesinado. Incluso hubo un tercero que desapareció en la selva y un cuarto que falleció tras caer de un campanario.
El jefe de la misión terminó expulsado de la Academia de Ciencias de Francia y no pudo regresar a su país, mientras que otro investigador no quiso volver y se quedó a vivir en Lima.
Los científicos debieron atravesar el Amazonas y trepar los Andes para lograr calcular ese preciado número, que de nada sirvió.
Y es que la teoría que querían poner a prueba ya había sido verificada 7 años antes por otro equipo enviado por la misma academia a Finlandia.
Pero si bien el objetivo concreto de la misión a Perú fracasó, la expedición derivó en avances científicos y tecnológicos que revolucionaron la vida moderna y salvaron millones de vidas.
Pero lo que quizás es más sorprendente es que la misión sembró la semilla de un nacionalismo que derivó en el llamado Primer Grito de la Independencia de Quito, el 10 de agosto de 1809.
Sí, el nuevo país se iba a llamar República de Quito. Pero tal fue la influencia de esta expedición científica que terminaría adoptando de forma oficial el nombre que los investigadores le dieron: la tierra del ecuador.