Goleman definió la inteligencia emocional así: "Es una forma de interactuar con el mundo que tiene muy en cuenta los sentimientos, y engloba habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, el entusiasmo, la perseverancia, la empatía, la agilidad mental, etc. Ellas configuran rasgos de carácter como el autodisciplina, la comparación o el altruismo, que resultan indispensables para una buena y creativa adaptación social.