Falacia de apelación a la autoridad individual
Conocida también por su nombre del latín ad verecundiam. Se incurre en esta falacia cuando para defender una afirmación, apelamos a la autoridad de alguien que reconocemos con cualidades admirables, en lugar de ofrecer razones pertinentes; esto es, a la tesis que sostenemos, se le transfiere la propiedad de aceptabilidad de la persona a la que recurrimos como autoridad para defender nuestra posición, por lo que se considera que nuestra conclusión también debe ser aceptada sin mayor examen. Ejemplo:
Las cárceles deben ser lugares para readaptar y corregir al delincuente, no para castigarlo, ya lo decía uno de los más importantes representantes del utilitarismo, el filósofo inglés John Stuart Mill.