En todo caso, aunque Juliano no haya pronunciado esas palabras, el hecho es que, aún en vida de Juliano, el Galileo había vencido. Las reformas religiosa vencida. Las reformas religiosas del emperador apóstata nunca lograron arraigo entre el pueblo, que se burlaba de ellas, pues el paganismo había perdido su fuerza vital y no podía ser resucitado mediante decretos imperiales.