Los obligó a los pequeños a caminar descalzos , a vestir siempre la misma ropa , a comer poco, a beber sólo agua y a raparse el pelo. Les enseñó a vivir, fundamentalmente, como auténticos cínicos. Les instruyó sus mentes, haciéndoles aprender de memoria pasajes enteros de los más grandes sabios y poetas de la época, además de enseñarles a montar a caballo y a manejar el arco y las flechas.