La enfermedad suele remitir al cabo de una a dos semanas, mientras que, en los hospedadores inmunodeprimidos, sobre todo en los pacientes con sida y con recuentos de linfocitos T CD4+ inferiores a 100/μL, la diarrea puede hacerse crónica, persistente y muy profusa, y causar una pérdida importante de líquidos y electrolitos.