Marc Sautet, profesor de filosofía en la Universidad de París, durante una entrevista en la radio, contó como que se reunía con unos amigos para filosofar cada domingo por la mañana en un café de la plaza de la Bastilla, en París. Semana tras semana, el número de asistentes iba en aumento, por lo que se hizo necesario buscar algunas reglas básicas de funcionamiento. El café filosófico había nacido.
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