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José Ortega y Gasset: la justificación de la filosofía (La filosofía como…
José Ortega y Gasset: la justificación
de la filosofía
La justificación de la filosofía
Es una filosofía justificada, porque el filosofar, la realidad radical, es la primera tesis de su sistema, de la que se derivan todas las demás.
La filosofía como quehacer
La filosofía es quehacer por ser pensamiento, de modo que este
carácter lo comparte con sus otras formas (religión, arte, experiencia de la vida).
La filosofía concebida como certeza aparece por primera vez en las meditaciones del quijote. Es el sentido de la frase: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo (1322)
Mas el afán de firmeza, de certeza, tiene su raíz en la necesidad de
elegir o, mejor dicho, de acertar.
“El hombre se adapta a todo, a lo mejor y a lo peor; sólo a una cosa no se adapta: a no estar en claro consigo mismo respecto a lo que cree de las cosas.
Según Mosterín, la palabra griega sofía, sabiduría, comenzó significando cualquier tipo de saber, pero en la Grecia tardía acabó por distinguirse entre saber práctico, saber vivir, sofía, y saber teórico, episteme, ciencia.
El saber a qué atenerse con respecto a uno es la “vocación”, cuya realización es la felicidad. “La felicidad es la coincidencia de nuestro yo con las circunstancias”.
La beatería de la cultura
Cuando se invierte la jerarquía entre la cultura y la vida, poniendo la carreta del saber por delante de los bueyes del hacer, lo que nos queda es el “saber por el saber”, la “beatería de la cultura”.
También ha habido otra beatería, la de Grecia, la que sólo se fijaba en su lado ilustrado.
La filosofía como ortopedia
Del intelectualismo griego deriva la definición de hombre como animal racional. Por eso, Aristóteles abre su Metafísica con la frase de “todos los hombres tienden por naturaleza a saber”.
En realidad toda la historia de la filosofía ha sido partícipe de semejante idea; la diferencia está en que el estagirita se toma el trabajo de decir lo que casi todos los otros no dicen pero piensan.
El hombre tiene una naturaleza, un fondo instintivo –residual, se entiende–, aunque, como ser histórico que es, se halla entretejido con la cultura, adoptando diversas formas.
La filosofía como amor, asombro y curiosidad
En el período neokantiano podemos hallar el amor como origen de la filosofía, entendiendo este amor como un conocimiento desinteresado resado de la cosa, en la línea del Eros platónico y del amor intellectualis Dei de Spinoza.
“Sólo se encuentra lo que se busca y el entendimiento encuentra gracias a que el amor busca”.
En una carta de 1907, escribe Ortega que el amor consta de tres momentos: a) admiración, b) curiosidad y c) conocimiento.
Todos los hombres tienen una filosofía
Ortega gustaba de utilizar la metáfora del Dhamapada, libro budista del siglo III a.C., de que la rueda del carro sigue a la pezuña del buey, para ilustrar que somos ante todo pensamientos.
La filosofía como realidad radical
La filosofía madura de Ortega es una filosofía “justificada” porque que cumple las condiciones que veíamos al comienzo de este trabajo.
La filosofía como juego y evasión
La vida da mucho quehacer; como el barón de Münchhausen en el cuento, nos llevamos y traemos a nosotros mismos todo el día cogidos de los pelos.
La superfluidad de la filosofía
“precisamente por eso soy yo filósofo; porque no sirve para nada serlo”.
La filosofía como alegría
Los dos amores de Ortega: la filosofía y España, no completan por sí solos el retrato del filósofo.
La seriedad de la filosofía
Mas este tono humorístico de la filosofía no supone ausencia de seriedad, pues seriedad “es sencillamente la virtud de poner las cosas en serie, en orden, dando a cada problema su rango y dignidad”.