Con el asesinato de Mohamed Daud en 1978, los comunistas afganos aprovecharon para tomar el poder. El régimen comunista afgano promovió diversas reformas. En los pueblos, las niñas fueron escolarizadas, y se formaron los técnicos y los profesores que tanta falta hacían al país. El analfabetismo, masculino y femenino, experimentó una considerable reducción. En el terreno espiritual, el gobierno fracasó. Intentó imponer una ideología atea sin tener en cuenta lo arraigado de la religión en el pueblo. Tampoco funcionó la reforma agraria, que se estrelló contra estructuras feudales. En el ámbito político, los comunistas persiguieron a la oposición.