Desde un comienzo y en parte por el origen de algunos de sus miembros, sus lealtades se fueron construyendo en las deprimidas comunas de Medellín y en los municipios del área metropolitana, de donde posteriormente se reclutarían los guardaespaldas, testaferros y sicarios, aun cuando muchos grupos surgieran también de antiguas milicias de la guerrilla y defensas de la población contra la delincuencia común y el lumpen. En estos sectores son contactados por la mafia muchachos entre los 15 y los 25 años, la mayoría de los cuales se debaten entre las drogas, el desempleo, el rebusque y los problemas familiares.