Generalmente, cuando tenemos que recordar a nuestros mejores profesores, es decir, aquellos que más nos aportaron sobre todo beneficios, el 90% de las cualidades que les solemos atribuir son de carácter socio-emocional: cercanía, confianza, credibilidad, capacidad para motivar, respeto, disponibilidad… Sólo un 10% de cualidades tienen carácter cognitivo-académico (explicaba muy bien, sabía mucho, era muy culta…).
También cuando se pregunta a profesionales de éxito en diferentes campos (deportistas, científicos, artistas…) a qué atribuyen el mismo, las respuestas van por los mismos derroteros: consideran que han tenido mucho que ver competencias socio-emocionales tales como la fuerza de voluntad, la perseverancia, la fortaleza mental o la capacidad de superar obstáculos
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Podemos por tanto llegar a la conclusión de que los aspectos socio-emocionales están bien presentes en el proceso educativo, pero también en cualquier faceta personal o profesional que se emprenda