Como Dios es atemporal (según este modelo), Dios opera de manera irresistible con el profeta. Dios inspira cada palabra.
Las palabras de la Biblia son las palabras de Dios.
Igual que el escultor, y no el cincel, es el autor de la obra de arte, Dios, y no el escritor humano, es el autor de las Escrituras. Los escritores humanos, igual que el cincel, desempeñan únicamente un papel instrumental.