Mantener el nivel de flujo intravenoso. Identificar posibles factores de riesgo de desequilibrio de líquidos (hipertermia, poliuria, otros). Llevar un registro preciso de ingresos y egresos. Vigilar presión sanguínea, frecuencia cardíaca y estado de la respiración. Observar las mucosas y turgencia de la piel, color y cantidad de orina, características de las venas del cuello, presencia de crepitantes pulmonares y de edema periférico.