"El problema de todos estos sistemas es que son cerrados, son cajas negras en las que no podemos entrar. No sabemos qué está recogiendo, no sabemos cómo lo recoge, no sabemos en qué se traduce esa información en sus bases de datos", avisa Liliana Arroyo, investigadora del Instituto de Innovación Social de ESADE en temas de vigilancia, privacidad e impacto social de la tecnología.