Carl, R. Rogers

Es preferible que el asesor sea sincero y no actúe simulando un interés, simpatía y preocupación que no existe.

Se necesita una Autenticidad profunda y genuina.

La segunda condición esencial de esta relación es que el asesor comprenda con Empatía y exactitud el mundo privado de su cliente.

Empatía es la capacidad de percibir ese mundo interior , integrado por significados personales y privados, como si fuera el propio, pero sin perder nunca ese "como si".

Importa mucho que esa comprensión sea exacta y comunique la tentativa de comprende

El hecho de que perciba que estoy tratando de Comprender sus. significados, ayuda al proceso

El asesor aprecia al cliente de una manera total en vez de condicional.

Es un sentimiento positivo que aflora sin reservas ni evaluaciones y que implica No Juzgar

Para mi en cuanto asesor. Necesito ser sensible no solo a lo que pasa dentro de mi y al flujo de sentimientos o sensaciones del cliente, también debo serlo a la forma en que este reciba mis comunicaciones.

Encierra un principio fácil de captar, pero cuyo logro es difícil y complicado.

Congruencia es que los sentimientos experimentados por el asesor sean accesibles para el cliente, que sea realmente un encuentro Persona a Persona.

Cuanto más sea capaz el terapeuta de escuchar sin rechazo lo que ocurre dentro de sí, cuanto más capaz sea de vivir sin temor a la complejidad de sus sentimientos, mayor será su congruencia.

A medida que se exterioriza la consciencia del Yo , el individuo desarrolla una necesidad de Consideración Positiva

La satisfacción de esa necesidad se relaciona con una gama muy amplia de experiencias del individuo

El proceso de satisfacción de la Consideración Positiva es mutua, cuando otro individuo se percata de que satisface esa necesidad en el otro, él satisface la necesidad propia.

Aparentemente, el objetivo más deseable para el individuo, la meta que persigue a sabiendas o inconscientemente, es llegar a ser él mismo.

El auténtico sí mismo se descubre naturalmente en las experiencias propias, sin pretender imponerse a ellas.

Al parecer, de manera progresiva y dolorosamente, el individuo explora lo que se oculta tras las máscaras que presenta al mundo y aun detrás de la fachada con que se ha estado engañando.

Experimenta con profundidad y a menudo vívidamente los diversos aspectos de sí mismo que habían permanecido ocultos en su interior.

No basta con decir que abandona las fachadas.

Puesto que uno de los hechos más evidentes es que cada individuo tiende a convertirse en una persona diferente y única, la respuesta no es fácil.

Diré que en este proceso el individuo se abre a su experiencia.

El individuo se vuelve más abiertamente consciente de sus propios sentimientos y actitudes, tal como existen en él en el nivel orgánico.

También advierte con mayor facilidad las realidades externas, en lugar de percibirlas según categorías preconcebidas.

En una situación nueva es capaz de aceptar los hechos tal como son y no los distorsiona con el objeto de que se ajusten al modelo que le sirve de guía. Como es de esperar, esta capacidad de abrirse a la experiencia lo vuelve más realista en su actitud frente a la gente y a las situaciones y problemas nuevos.

Ello significa que sus creencias pierden su anterior rigidez, y que puede tolerar la ambigüedad y soportar gran cantidad de pruebas contradictorias, sin verse obligado a poner fin a la situación.

Pienso que esta apertura a la percepción de lo que existe en este momento en uno mismo y en la realidad es un elemento importante en la descripción de la persona que emerge de la terapia.

Referencias:
1-Persona a Persona. Buenos Aires: Amorrortu.
2-Rogers, C. (1985). Terapia, personalidad y relaciones interpersonales. Buenos Aires.
3-Rogers, C. (1972). El proceso de convertirse en persona. México: Paidós.

Noemi Gómez Limón