Según previsiones, para 2030 la sociedad global tendrá que enfrentarse a un 40% de déficit de agua, si las condiciones climáticas siguen igual. Los vertidos de efluentes industriales sin el tratamiento correspondiente contribuyen a aumentar la presión hídrica ya que reducen la calidad de las aguas superficiales y subterráneas, afectando su disponibilidad.
Por otro lado, sin el tratamiento correcto se pierde la oportunidad de reutilizar las aguas residuales para obtener diferentes tipos de recursos para el riego, aumento del agua potable, uso en procesos industriales, actividades recreativas, usos urbanos no potables, recarga de aguas subterráneas y mejoras ambientales, entre otros.