Los que hoy luchan por la tortura, pobreza y discriminación son gente común. Niños, maestros, madres, padres, individuos de pensamiento libre que no están de acuerdo en estar en silencio que reconocieron los DDHH, no son clases de historia, no son palabras en una hoja de papel, no son discursos, campañas convencionales o de relaciones públicas.