La corriente de falla a tierra, también conocida como corriente de fuga, siempre retornará a la fuente que la origina, ya sea a través del conductor de tierra o por cualquier otro medio que le ofrezca menor resistencia, incluyendo, claro está, un ser humano.
Para asegurar la protección de las personas y la continuidad de la alimentación, los conductores y los equipos con voltaje de una instalación eléctrica están “aislados” respecto a las masas conectadas a tierra. El aislamiento se consigue mediante: La utilización de materiales aislantes. Con una separación adecuada: por una parte, se necesitan determinadas distancias de aislamiento en el seno de un gas (por ejemplo, el aire) y por otra, hay que tener presente el recorrido de las líneas de fuga (por ejemplo, el camino de contorno en un aislador). Un aislamiento se caracteriza por las tensiones específicas que, conforme a las normas, se aplican a los productos y equipos nuevos
En BT, el valor de la impedancia del cuerpo (en la que un componente importante es la resistencia de la piel), depende de la complexión de la persona, de su estado de salud e, inclusive, de su estado de ánimo. Además, también la impedancia del individuo está en función del entorno (lugares secos y húmedos).
Este riesgo, cuando se materializa, puede tener consecuencias dramáticas para las personas y para los bienes. Un buen número de incendios tienen su origen en un calentamiento importante y puntual o en un arco eléctrico provocado por una falla de aislamiento. El riesgo es todavía más importante si la corriente de falla se presenta en ambientes explosivos. Riesgo de interrupción de la energía El control de este riesgo tiene cada vez más importancia. En efecto, si para eliminar una falla se desconecta automáticamente la parte afectada, se tiene como resultado: