En la Argentina fue conocida como la época de la precarización laboral, la década del 90, bajo la presidencia de Carlos Saúl Menem. Se permitían entre otras cosas, hacer contratos a plazo fijo, renovables sin limitación, y por poco tiempo, conocidos como “contratos basura”, pues el trabajador vivía en la incertidumbre si al término de la vigencia del contrato le sería renovado o quedaría sin trabajo.