"La última continuidad[...] fue la del papel central de la iglesia en la República, con su gran poder sobre las almas. Pero la base de su poder [...] no era solo su ascendencia espiritual. En el Perú ella tenía ingentes propiedades inmuebles, fruto de donaciones(los bienes de manos muertas), diezmos, censos y capellanías, que constituían en esencia impuestos forzados sobre la producción agropecuaria, que se mantuvieron vigentes hasta mediados del siglo XIX"