Las plantas y los animales son el producto de la combinación de moléculas químicas con capacidad de replicación bajo ciertas condiciones que alguna vez existieron sobre la Tierra. Estas moléculas químicas, que constituyen el nivel de los físico-químico, en el transcurrir de los tiempos constituyeron los organismos vivos, pero no pueden explicar las nuevas cualidades emergentes: la vida y la muerte, ya que son procesos que no se encuentran en el nivel anterior.
Podríamos decir, que cada nivel se presenta como una superación dialéctica, conformado por elementos o unidades del nivel anterior en una combinación más compleja y con leyes que le son propias. Es claro que interpretar las acciones de los hombres desde el nivel biológico, como un ser viviente más y manteniendo una interacción con el medio basada sobre impulsos innatos modificados en cierto punto por su propia experiencia, no resulta adecuada y suficiente. En este caso nos posicionaríamos en el determinismo biológico (o genético) para entender por qué somos como somos y hacemos lo que hacemos. Las analogías con el comportamiento instintivo de los animales y más aún, culpabilizar al gen de la agresividad de la actitud violenta de un padre a su hijo, son ejemplos de extrapolación, es decir, de interpretación de fenómenos sociales a partir de conceptos y teorías de un nivel de menor complejidad.