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El valor de la narrativa en la presentación de la realidad (Es tan natural…
El valor de la narrativa en la presentación de la realidad
Es tan natural el impulso de narrar, tan inevitable la forma de narración de cualquier relato.
La narrativa es simplemente como la vida misma, internacional, transhistórica, transcultural.
La narrativa sólo se problematiza cuando deseamos dar a los acontecimientos reales la forma de un relato.
Como dice Barthes, la narrativa es «traducible sin menoscabo esencial», en un sentido en que no lo es un poema lírico o un discurso filosófico.
La narrativa es un metacódigo, un universal humano sobre cuya base pueden transmitirse mensajes transculturales acerca de la naturaleza de una realidad común.
Cada narrativa se construye sobre la base de un conjunto de acontecimientos que pudieron haber sido incluidos pero se dejaron fuera; esto es así tanto con respecto de las narraciones imaginarias como de las realistas.
Los historiadores no tienen que relatar sus verdades sobre el mundo real en forma narrativa. Pueden optar por otras formas de representación, no narrativas o incluso antinarrativas, como la meditación, la anatomía o el epítome.
se ha formulado la idea de que la narrativa debe considerarse menos una forma de representación que una forma de hablar sobre los acontecimientos, reales o imaginarios.
Cuando se trata de proporcionar una narrativa de acontecimientos reales, hemos de suponer que debe existir un tipo de sujeto que proporcione el impulso necesario para registrar sus actividades.
El surgimiento y desarrollo de la conciencia histórica, que va unido a un surgimiento y desarrollo paralelo de la capacidad narrativa, tiene algo que ver con la medida en que el sistema legal actúa como tema de interés.
Surge en una discusión de la relación entre discurso y narrativa
se considera la narrativa como una forma de hablar caracterizada, como indica Genette, «por un cierto número de exclusiones y condiciones restrictivas»
La «subjetividad» del discurso viene dada por la presencia, explícita o implícita, de un «yo» que puede definirse «sólo como la persona que mantiene el discurso».
Cuando no hay imperio de la ley, no puede haber ni un sujeto ni un tipo de acontecimiento que se preste a representación narrativa.
Benveniste dice que «en realidad no hay ya un "narrador". Los acontecimientos se registran cronológicamente a medida que aparecen en el horizonte del relato.
Benveniste dice que «en realidad no hay ya un "narrador". Los acontecimientos se registran cronológicamente a medida que aparecen en el horizonte del relato.
La historiografía constituye una base idónea sobre la cual considerar la naturaleza de la narración y la narratividad
En ella nuestro anhelo de lo imaginario y lo posible debe hacer frente a las exigencias de lo real.
Es esta necesidad o impulso clasificar los acontecimientos con respecto a su significación para la cultura o grupo que está escribiendo su propia historia la que hace posible una representación narrativa de los acontecimientos reales.
Los acontecimientos no sólo han de registrarse dentro del marco cronológico
han de revelarse como sucesos dotados de una estructura, un orden de significación que no poseen como mera secuencia.
Croce dice: «La narración histórica sin un análisis completo es trivial, el análisis histórico sin narración es incompleto.»
El texto evoca un «meollo», opera en el ámbito del recuerdo en vez del del sueño o la fantasía, y se despliega bajo el signo de «lo real» en vez del de «lo imaginario».
La propia ordenación vertical de los acontecimientos sugiere que nuestros analistas no pretendían un punto de vista metafórico o paradigmático.
La capacidad de concebir un conjunto de acontecimientos como pertenecientes al mismo orden de significación exige algún principio metafísico por el que traducir la diferencia en semejanza.
Rosario Guadalupe Zúñiga Márquez