Los procesos migratorios, o sea el trasladarse de las personas desde una zona a otra, desde un país a otro, desde un continente a otro, no en busca de diversión, no por viaje de placer, sino en búsqueda de mejores oportunidades laborales, de un mejor pasar, simplemente de un espacio donde dejar de sentir amenazadas sus vidas y sus proyectos futuros, no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, las últimas décadas han implicado una profunda transformación de los referentes espacio-temporales, que han tenido necesariamente impacto en las construcciones identitarias. La idea de mundo actual y de sí mismo es profundamente diferentes a la que podían tener los emigrantes de comienzo del siglo XX.