En el caso específico de los ojos, existe una clara definición de rasgos posibles, tanto dominantes como recesivos. Por ejemplo, se sabe que los ojos color café representan un rasgo dominante por sobre los azules, los verdes, los pardos y los grises. Con respecto a la visión, de modo similar, es dominante la buena por encima de cualquier trastorno que impida al sujeto ver con normalidad, como ser la ceguera nocturna, el daltonismo o la miopía.