"Vosotros, ricos, sois esclavos, y vuestra esclavitud es miserable, porque servís al error, a la concupiscencia y a la avaricia que nunca sacia. La avaricia es como un abismo sin fondo, que hunde cada vez más lo que agarra, y como un pozo, que, cuando rebosa, se llena de cieno y rae la tierra alrededor, infectándose más y más. También os conviene sacar una enseñanza de este ejemplo. En efecto, si de un pozo no se extrae nada, fácilmente se corrompe el agua por la inactividad y la hondura; por el contrario, el sacarla frecuentemente hace al agua límpida y potable. Así sucede con un conjunto de riquezas: montón de polvo si no se utiliza, se hace precioso por el uso y permanece inútil se se mantiene guardado. Extrae, pues, algo de este pozo. El agua apaga el fuego ardiente, y la limosna borra los pecados; pero el agua estancada pronto cría gusanos. No permanezca inmóvil tu tesoro, a fin de que no te rodee continuamente el fuego.”