Normas implícitas: En general, no sabemos que son normas, y por descontado no están escritas en ninguna parte.
El ascensor
Normas de este tipo son, por ejemplo, las que regulan las acciones de las personas en un ascensor. Algunas son generales de todos los ascensores y otras son específicas según si el ascensor es de una vivienda o de un edificio de oficinas, si se encuentra en una ciudad grande o en un pueblo pequeño, etc. Por ejemplo, el silencio es la norma principal. En un ascensor es deseable estar callado, aunque esta norma puede chocar con otra que promueva la comunicación entre personas. Cuando esto pasa, la norma que sucede a la del silencio es la de hablar del tema más neutro y con menos implicaciones personales posibles, es decir, del tiempo que hace. Si se mantiene el silencio, encontramos también otras normas como, por ejemplo, no mirar directamente a las otras personas y, por tanto, evitar el contacto ocular y, en todo caso, mirar a las paredes del ascensor, las luces, el espejo (no demasiado para que los demás no piensen que somos unos presumidos o que los miramos mediante el espejo) o leerse por millonésima vez las instrucciones de uso y las limitaciones de personas y peso. Si es posible, hay que dejar el máximo espacio posible entre personas y evitar cualquier contacto físico; si esto no es posible, hay que expresar de forma clara, aunque no verbalmente, la incomodidad que nos provoca tal situación.