La victoria de Esparta en esta guerra marcó el final de la hegemonía de Atenas. No obstante, la realidad es que la guerra debilitó a todas las ciudades griegas y provocó su decadencia social y política. Esparta, a pesar de su triunfo, tuvo que dejar paso, poco después, al liderazgo de ciudades como Tebas y, posteriormente, al Reino de Macedonia.