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La doctrina de la Salvación - Coggle Diagram
La doctrina de la Salvación
El gran conflicto
Las Santas Escrituras describe una batalla cósmica entre el bien y el mal, Dios y Satanás.
Una visión cósmica del conflicto
El origen de la controversia
La Escritura ilumina cómo empezó esta controversia cósmica: (Eze. 28:15).
Lucifer, el “hijo de la mañana”, el querubín cubridor, residía en la presencia de Dios (Isa. 14:12; Eze. 28:14).
Si bien la aparición del pecado es inexplicable e injustificable, se puede trazar su origen hasta el orgullo de Lucifer: (Eze. 28:17).
Las acciones solapadas de Lucifer cegaron a muchos ángeles (Apoc. 12:4).
La paz del reino de Dios fue quebrantada (Apoc. 12:7).
Satanás fue expulsado del Cielo (Apoc. 12:9).
¿Cómo se vieron implicados los seres humanos?
Trágicamente, las semillas de la controversia que había
comenzado en el cielo germinaron en el planeta Tierra (Gén. 3:5).
El pecado cortó la relación que existía entre Dios y el hombre (Rom. 14:23).
El impacto sóbrela raza humana.
Los efectos de la controversia entre Cristo y Satanás
el pecado comenzó a distorsionar
la imagen de Dios en la humanidad. Gén. 3:15
Primer asesinato: Caín, asesinó a su hermano (Gén. 4:8).
La maldad continuó multiplicándose
hasta que, lleno de tristeza a Dios (Gén. 6:5).
El mundo, teatro del universo.
El relato que aparece en el libro de Job nos permite comprender mejor la gran controversia. (Job 1:6,7; 2:1-7)
Este planeta es el escenario en el cual se desarrolla este dramático conflicto entre el bien y el mal. (1 Cor. 4:9).
El tema central
El gobierno y la ley de Dios
El pecado es “la transgresión de la ley" (1 Juan 3:4)
Cristo y la obediencia.
Las tentaciones que Cristo debió afrontar durante su ministerio terrenal revelaron cuán seria es la controversia acerca de la obediencia y la entrega a la voluntad de Dios.
Pero la mayor prioridad de Cristo consistía en vivir por la Palabra de su Padre. (Mat. 4:4).
En el desierto, después que Cristo había ayunado 40 días, Satanás lo tentó tres veces
Sus palabras terminaron la confrontación. Al mantener su dependencia absoluta del Padre, Cristo derrotó a Satanás.
Confrontación en el Calvario
El amor y la fidelidad obediente de Cristo que se demostraron allí, a pesar de la crueldad de Satanás, destruyeron la base de la posición de Satanás, asegurando así su eventual caída definitiva. (Juan 12:31).
Controversia acerca de la verdad como es en Jesús
“¿Quién dicen los hombres
que es el Hijo del hombre?’’
“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.” (Mat.16:15-17).
El centro de las doctrinas bíblicas
Cristo es el foco de las Escrituras. Dios nos invita a comprender la verdad como es en Jesús (Efe. 4:21), porque él es la verdad (Juan 14:5).
La función de la teología cristiana
La teología, que por definición es un estudio de Dios y de su relación con sus criaturas, debe desarrollar todas sus doctrinas a la luz de Cristo.
El significado de la doctrina
La Escritura dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efe. 6:12).
La doctrina produce un estado de constante vigilancia
El éxito es posible únicamente por la dependencia de Jesucristo (Sal. 24:8).
Explica el misterio del sufrimiento
(Heb. 1:9),
Despliega la amorosa preocupación actual de Cristo por el mundo Juan (14:16; ---- Mat. 28:20)
Revela el significado cósmico de la cruz
La vida de Cristo vindicó la justicia de Dios y su bondad, demostrando además que la ley y el gobierno divinos eran justos
La vida, muerte y resurrección de Cristo
La gracia salvadora
de Dios
Los miembros de la Deidad están aliados en la obra de restaurar en los seres humanos la unión con su Creador. (Jer. 31:3). Jesús destacó el amor salvador de Dios (Juan 3:16).
La iniciativa divina
Dios dio la iniciativa de ir a buscar a Adán y a Eva después que pecaron. (Génesis 3:9-10)
Frente a esta situación absolutamente desesperada, Dios reveló un plan maravilloso que prometía obtener la victoria final sobre el pecado y la muerte (Gén. 3:15)
¿Gracia o justicia?
Solo en la persona de Cristo podemos comprender cómo estas cualidades de carácter pueden reconciliarse entre sí. (Éxo. 34:6, 7).
¿Perdonar o castigar?
Si bien es cierto que Dios es misericordioso, no puede perdonar a los que se
aferran al pecado (Jer. 5:7).
La ira de Dios contra el pecado
La transgresión original creó en la mente
humana una disposición de enemistad contra Dios (Col. 1:21).
La reacción de Dios ante el pecado y la injusticia, la Escritura la denomina “ira divina” (Rom. 1:18).
Es cierto que odia todo pecado, pero también siente preocupación amorosa por cada pecador.
La respuesta humana
La respuesta a la oferta divina de salvación no se origina en los seres humanos, sino en Dios; porque nuestra fe es tan solo un don de Dios (Rom. 12:3)
(Efe 2:8)
; también lo es nuestro arrepentimiento (Hech. 5:31).
Cristo y el ministerio de la reconciliación
La clave para llevar a los pecadores de vuelta a Dios es Jesucristo.
(Rom. 5:10)
Nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación” (Rom. 5:11).
El sacrificio expiatorio de Cristo
A pesar de que hay un registro de los pecados de la gente, como resultado de la reconciliación, Dios no les imputa sus pecados
(2 Cor. 5:19).
La muerte de Cristo es necesaria
La perfecta justicia de Cristo satisfizo adecuadamente la justicia divina, y Dios está dispuesto a aceptar el autosacrificio de Cristo en lugar de la muerte del hombre”.
En consecuencia, la cruz es una demostración tanto de la misericordia de Dios como de su justicia.
(Rom. 3:25, 26).
¿Qué logra realizar el sacrificio expiatorio?
“El sacrificio propio de Cristo complace a Dios porque esta ofrenda de sacrificio quitó la barrera que existía entre Dios y el hombre pecador.
(Romanos 3:25)
Cristo, el portador vicario del pecado
Las Escrituras presentan a Cristo
como el que lleva el pecado de la raza humana.
(Gál. 1:4)
¿Cuál es el papel de la sangre?
El derramamiento de la sangre de Cristo cumplió tanto la propiciación como la expiación (Rom. 3:25).
"La vida de la carne en la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el altar por vuestras almas” (Lev. 17:11).
Cristo, el Redentor
Solo Dios está investido de poder para redimir. “De la mano del Seol los redimiré, los libraré de la muerte" (Ose. 13:14).
¿Cómo los redimió Dios?
Por medio de Jesús
(Mat. 20:28; ver 1 Tim. 2:6)
(Tito 2:14).
¿Qué logró el rescate?
fueron
librados
de la esclavitud del pecado; teniendo “por vuestro fruto la
santificación
, y como fin,
la vida eterna
”
(Rom. 6:22).
Cristo, el Representante de la humanidad
Tanto Adán como Cristo, “el postrer Adán” o “el segundo hombre”
(1 Cor. 15:45, 47),
representan a toda la humanidad.
La Escritura enseña con claridad la naturaleza universal de la muerte vicaria de Cristo. “Por la gracia de Dios” gustó “la muerte por todos”
(Heb. 2:9).
La vida y la salvación de Cristo
(Rom.5:10)
¿Qué puede hacer por nosotros la perfecta vida de Cristo?
Jesús vivió una vida pura, santa y amante, confiando completamente en Dios.
Su perfecto carácter es descrito como un vestido de bodas (Mat. 22:11)
La exclamación “consumado es” que se oyó en el Calvario, marcó la culminación de una vida perfecta y un sacrificio perfecto. Los pecadores necesitamos ambas cosas.
La inspiración que provee la vida de Cristo
La vida de Cristo en el mundo le proveyó a la humanidad un modelo de cómo vivir (1 Ped. 2:21-23).
La vida de Cristo provee la seguridad de
que podemos vivir victoriosamente.(Fil. 4:13).
La resurrección y la salvación de Cristo
Jesucristo fue resucitado físicamente (Luc. 24:36-43)
“La resurrección de Cristo es la ciudadela de la fe cristiana.
Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana (1 Cor. 15:17)
Los resultados del ministerio salvífico de Cristo
Reconciliación en todo el universo
ella. La intención divina es que “la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales"
(Efe. 3:10).
La vindicación de la ley de Dios
El perfecto sacrificio expiatorio de Cristo exaltó la justicia y la bondad de la santa ley de Dios, así como su carácter bondadoso.
(Rom. 8:3, 4).
Justificación
“Los que aceptan por fe que Dios ha reconciliado el mundo a sí mismo en
Cristo, y que se someten a él, recibirán de Dios el don invalorable de la justificación con su fruto inmediato de paz con Dios
(Rom. 5:1).
La futilidad de la salvación por obras
Cristo. La gratitud de los que han experimentado el perdón hace que la obediencia sea un gozo; las obras, entonces, no son la base de la salvación, sino su fruto.
Una nueva relación con Dios
arrepentido. Es un compañerismo basado en el amor y la admiración, antes que en el temor y la obligación moral
(ver Juan 15:1-10).
Motivación para el servicio misionero
El amor asombroso que se revela en el ministerio divino de reconciliación por medio de Jesucristo, nos impulsa a compartir el evangelio con los demás.
(2 Cor. 5:20,21).
La experiencia de
la salvación
La experiencia de la salvación y el pasado
La experiencia de salvación que alcanza las profundidades del alma viene solo de Dios. (Juan 3:3, 5).
Únicamente por medio de Jesucristo puede un individuo experimentar la salvación (Hech. 4:12). (Juan 14:6).
El arrepentimiento
(Hech. 2:37,38)
¿Qué es el arrepentimiento?
La palabra arrepentimiento es una traducción del hebreo nájam, "sentir pesar”, “arrepentirse”.
El Espíritu de Dios convence de la gravedad del pecado a los que lo reciben (Juan 16:8)
De hecho, el pecador ni siquiera puede producir en sí mismo el arrepentimiento, porque es el don de Dios
(Hech. 5:31; Rom. 2:4)
La motivación del arrepentimiento
Cristo dijo: “Y yo, si fuere levantado de
la tierra, a todos atraeré a mí mismo” (Juan 12:32).
Ésta es la bondad de Dios que nos guía al
arrepentimiento (Rom. 2:4).
La justificación
En general, el término justificación, en su uso teológico, es “el acto divino por el cual Dios declara justo a un pecador penitente, o lo considera justo (Rom. 3:28).
El papel de la fe y las obras
Pablo y Santiago están de acuerdo en lo que constituye la justificación por la fe. (Sant. 2:17). (Rom. 4:9,10).
Ésta puede cumplirse únicamente por una fe
genuina que obra por amor (Gal. 5:6) y purifica el alma.
La experiencia de la justificación
El creyente arrepentido y carente de méritos, sin embargo, es vestido con la justicia imputada de Cristo.
¿Cuáles son los resultados del arrepentimiento y la justificación?
La santificación
El verdadero arrepentimiento y justificación conducen a la santificación (1 Cor. 6:11).
Las tres frases de la santificación que presenta la Biblia son:
(1) Un acto cumplido
en el pasado del creyente
(2) un proceso en la experiencia presente del creyente
(3) y el resultado final que el creyente experimentará cuando Cristo vuelva
La adopción en la familia de Dios
Dios los ha adoptado como sus hijos, lo cual significa que los creyentes son hijos e hijas del Rey celestial (Rom. 8:15-17).
La seguridad, de la salvación.
La justificación trae aparejada la seguridad de
que el creyente ha sido aceptado. (Efe. 1:6, 7).
El comienzo de una vida nueva y victoriosa.
El hecho de que el Salvador venció al mundo, garantiza nuestra liberación de la esclavitud del pecado (Juan 16:33).
2 Corintios 5:17
El don de la vida eterna
Nuestra nueva relación con Cristo trae consigo el don de la vida eterna. (1 Juan 5:12).
La experiencia de la salvación y el presente
Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Cor. 5:17).
Un llamado a una vida de santificación
La salvación incluye el vivir una
vida santificada sobre la base de lo que Cristo cumplió en el Calvario. (1 Tes. 4:7).
Los creyentes llenos del Espíritu “no andan conforme a la carne, sino conforme
al Espíritu" (Rom. 8:1; ver 8:4).
El cambio interior.
La transformación del carácter implica los aspectos mentales y espirituales de la imagen dañada de Dios (2 Cor. 4:16; Rom. 12:2)
La participación de Cristo y el Espíritu Santo.
Únicamente el Creador puede cumplir la obra creativa de transformar nuestras vidas
(1 Tes. 5:23).
Participamos de la naturaleza divina.
Las “preciosas y grandísimas promesas” de Cristo, lo comprometen a concedernos su divino poder para completar la transformación de nuestro carácter
(2 Ped. 1:4).
a. Sólo por medio de Cristo. (Rom. 13:14; Heb. 3:14)
b. Un proceso dinámico.
Esta imagen presenta vívidamente el hecho de que los creyentes deben
asimilar las palabras de Cristo. (Juan 6:63; Mateo 4:4).
Las dos transformaciones.
(Marcos 9:2-29)
a. La verdadera transformación
(Gál. 5:22, 23)
b. Los dos destinos.
No hay terreno neutral. Estamos siendo, ya sea ennoblecidos o degradados
(Rom. 6:17, 18).
La perfección de Cristo.
La perfección bíblica.
La palabra perfecto a menudo describe a individuos maduros en la fe que vivieron de acuerdo con toda la luz de Cristo
(1 Cor. 14:20; Fil. 3:15; Heb. 5:14).
La perfección completa en Cristo.
El Espíritu Santo nos trae la perfección de Cristo. (Efe. 3:19).
Avancemos hacia la perfección.
Por medio de Cristo que mora en nosotros, crecemos hacia la madurez espiritual.
“Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Fil. 2:12,13).
La justificación diaria.
Todos los creyentes que viven una vida santificada y
llena del Espíritu tienen una necesidad continua de recibir diariamente la justificación (1 Juan 2:1).
Crecer en Cristo
La vida comienza con la muerte
En primer lugar, la muerte
de Cristo en la cruz hace posible nuestra nueva vida:
(Col. 1:13, 14)
La muerte de Cristo.
La cruz se encuentra en el centro del plan divino de
salvación.
“La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado” (1 Juan 1:7).
Uno de los primeros aspectos de esta novedad
y crecimiento en la vida cristiana es la reconciliación
La cruz es el instrumento de Dios para efectuar la reconciliación del ser humano con él.
En segundo lugar, la muerte del yo hace posible que tomemos la vida que Cristo ofrece
La muerte al yo
el crecimiento cristianos es la muerte al viejo hombre. (Gálatas 2:20, 21)
“Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado... (Romanos 6:6-11)
Jesús insistió: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame” (Mat. 16:24; Lucas 9:23).
En tercer lugar, como resultado de lo anterior, caminamos en novedad de vida.
Vivir una nueva vida
del crecimiento en Cristo es vivir la
nueva vida. (Efe. 1:7).
“por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe” (Efe. 2:8,9).
Pablo no recibió la gracia para vivir una vida vana y vacía, sino una vida llena del fruto del Espíritu (2 Cor. 6:1).
Señales del crecimiento en Cristo
Una vida del Espíritu.
Sin el poder regenerador del Espíritu Santo, la vida cristiana ni siquiera puede comenzar.
Él nos guía a toda verdad (Juan 16:13)
Es a través del Espíritu que
Cristo “mora en nosotros” (1 Juan 3:24)
El Espíritu nos hace “herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados” (Rom. 8:17).
Una vida de amor y unidad.
La vida cristiana es una vida de unidad, una
vida reconciliada con Dios por una parte, y reconciliada con otros seres humanos, por la otra. (2 Cor. 5:18).
De hecho, esta vida de amor y unidad es la esencia del evangelio. (Juan 17:21)
Los factores divisivos quedan abolidos en la vida de la persona que ha experimentado la nueva creación, una nueva humanidad (Efe. 2:11-16).
Una vida de estudio.
¿Pero dónde encontramos
el alimento espiritual?
La comunión constante con Dios mediante el estudio de su Palabra y el cultivo de una vida de oración. (Mat. 4:4).
Una vida de oración.
Orad sin cesar, orad con las súplicas del Espíritu, orad en el espíritu, orad con vigilancia, orad con perseverancia y orad por todos los santos (ver Efe. 6:18).
Una vida que tiene frutos.
Pues, “así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma” (Sant. 2:17).
Una vida de guerra espiritual.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” (Efe. 6:12,13).
Una vida de adoración, testificación y esperanza.
Sin la adoración corporativa, perdemos la identidad y el escenario de nuestra comunión, y es en esta comunión y la relación interpersonal con otros que maduramos y crecemos. (Hech. 2:42-47; 5:41,42; 6:7). (Heb. 10:24, 25).
Vivimos, adoramos, comulgamos y testificamos en el presente, y para el cristiano el presente anticipa el futuro. (Fil. 3:14).