Aunque la ley civil mira al bien común, y no tanto al bien moral, influye en la conciencia moral de los individuos y de la sociedad, por el efecto pedagógico de las leyes, fortaleciendo o debilitando bienes que deben ser custodiados por ella. Así el cristiano debe combatir las leyes injustas por medios legítimos, negando su cooperación formal y material con ellas. Y puede hacerlo mediante la objeción de conciencia, la desobediencia civil o una acción política concreta.