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La literatura en el siglo XVIII - Coggle Diagram
La literatura en el siglo XVIII
La poesía
Poesía rococó
Entre 1750 y 1770 aproximadamente nos encontramos con una nueva forma de hacer poesía que recoje ya las nuevas tendencias europeas. Los rasgos que la definen son:
Vuelta a los modelos clásicos (griegos y romanos) y del Renacimiento español.
Los temas más destacados son pastoriles, el amor, visto de una forma sensual y tierna, así como los placeres de la vida: el vino, las fiestas, el cuerpo femenino, etc. . .
Enfrentamiento con el estilo barroco.
Numerosas innovaciones métricas.
Poesía ilustrada
La poesía española del XVIII se llena de los grandes temas que preocupan a los ilustrados: la amistad y la solidaridad, la búsqueda de la felicidad y del bien común, la importancia de la educación, el papel de la mujer en la sociedad y la crítica de las costumbres. Aparte de lo anterior, la poesía de este período presenta otros caracteres:
Sometimiento a las reglas de arte. Los autores de la época piensan que existen unas normas que marcan lo que debe ser una obra literaria correcta.
La finalidad de la poesía entienden que debe ser didáctica. Esto explica la abundancia de fábulas, género muy útil para conseguir el ideal ilustrado de "enseñar entreteniendo".
Poesía postbarroca
Este tipo de poesía se da durante toda la primera mitad del siglo. Se trata de una continuación de la poesía barroca y una imitación constante de los maestros de ese movimiento, Góngora y Quevedo, y de calidad limitada.
Poesía prerromántica
En los últimos años del siglo empiezan a aparecer autores y obras en las que se expresa de un modo directo los sentimientos más íntimos sin someterse a las normas preestablecidas. Los caracteres que la definen pueden ser:
La ambientación tenebrosa (tumbas, ruinas, noches tormentosas y misteriosas).
Los temas más característicos son la soledad, el fracaso amoroso, la muerte.
Lingüísticamente se caracterizan por la abundancia de exclamaciones, apóstrofes. . .
El teatro
Popular:
Los sainetes y Ramón de la Cruz son las verdaderas estrellas de esta tendencia. Ramón de la Cruz escribió tragedias y comedias en las que imitó singularmente a Pietro Metastasio, Jean Racine y Voltaire. Se consagró al sainete popular con gran éxito, de los que produjo más de trescientos, lo que le atrajo la hostilidad de los estilistas del Neoclasicismo, partidarios de un arte más idealizado y educativo.
Tradicional:
Está formada por los dramaturgos que se ajustan aún al canon barroco. Especialmente importantes son los epígonos de Calderón. Triunfan -por lo tanto- las comedias de enredo, de magia, de milagros de santos y de historia. Para la aristocracia, se montan zarzuelas y óperas al gusto italiano
Neoclásica:
se impuso la razón y la armonía como norma. Se acató la llamada «regla de las tres unidades», que exigía una única acción, un solo escenario y un tiempo cronológico coherente en el desarrollo de la acción dramática. Se estableció la separación de lo cómico y lo trágico. Se adoptó una finalidad educativa y moralizante, que sirviera para difundir los valores universales de la cultura y el progreso.
La prosa
El ensayo
La novela