La globalización, entendida como un proceso creciente de sensibilidad social de alcance mundial(...) Ello hace que las religiones no se muestren ya ante unas pocas personas selectas sino que, de golpe, se manifiesten ante el mundo entero(...) y que las invita a revisarse y hacer autocrítica de sí mismas; pero también un mundo que les presta atención porque las necesita para construir la paz en un marco de tanta convulsión y zozobra. Es la voz del pueblo la que demanda esta actuación; y la voz del pueblo, se quiera o no, continúa siendo la voz de [Dios.] (Cancelo, 2004)