Los musulmanes que entraron en la Península en el siglo VIII, se habían asentado en la costa levantina y en los valles del Guadalquivir y del Ebro. En los territorios del norte, protegidos por la cordillera Cantábrica y los Pirineos, surgieron los primeros núcleos de resistencia cristianos. El reino pasó a llamarse Reino de León y, a finales del siglo X, dominaba la submeseta Norte. En el siglo X, el conde Fernán González independizó Castilla de León y estableció su capital en Burgos.