La lejanía de ésta del enorme territorio de entonces Virreinato y con posterioridad del México independiente a partir de 1821, así como la excesiva concentración de casi todas las actividades políticas, económicas, académicas, religiosas, en la capital dio pauta a que al erigirse como la naciente capital del Imperio Mexicano, y al trasladarse un nuevo modelo político y administrativo que respondiera a ese fuerte centralismo que se había tenido durante el Virreinato