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Unidad 2 - Coggle Diagram
Unidad 2
La Creación I
Dios es un planificador cuidadoso que se preocupa por el bienestar de su creación. Plantó un jardín para que fuese su hogar especial, y les dio la responsabilidad de cultivarlo.
Dios nos creó, no solo para que pudiésemos amarle sino con el fin
de que él también pudiese amarnos.
Su amor lo llevó a compartir en la creación uno de los mayores dones que él pudiese conferir: la existencia.
En verdad, este mundo, en vez de ser la primera creación de Cristo, lo más probable es que haya sido su última obra.
La Biblia describe a los hijos de Dios, probablemente los Adanes de todos los mundos no caídos, reunidos con Dios en algún rincón distante del universo.
Los días de la creación bíblica significan períodos literales de 24 horas. La palabra hebrea que se traduce como “día”.
En Génesis 1 es Yom. Cuando la palabra Yom va acompañada de un número definido, siempre significa un día literal de 24 horas
Dios estableció el séptimo día sábado con el fin de que tuviésemos un recordatorio semanal del hecho de que somos criaturas de sus manos.
El sábado fue un don de gracia, el cual no expresa lo que nosotros hayamos hecho, sino lo que Dios hizo.
La primera narración relata en orden cronológico, La segunda comienza con las palabras: Estos son los orígenes...
La única manera como estos dos relatos de la creación armonizan con el resto de la Escritura, es si se los acepta como literales e históricos.
Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.
Ante el mandato creativo de Dios, todo apareció en forma instantánea, en solo seis días.
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La Naturaleza Humana
Las genealogías del Génesis demuestran que las generaciones sucesivas después de Adán y Eva descendían sin excepciones de esta primera pareja.
En nuestra calidad de seres humanos todos compartimos la misma naturaleza, la cual constituye una unidad genética o genealógica.
Cuando Dios transformó los elementos de la tierra en un ser viviente, "sopló” el “aliento de vida” en los pulmones del cuerpo inerte de Adán.
Este aliento de vida es “el soplo del Omnipotente”, que da vida (Job 33:4), la chispa vital.
Existe una separación muy definida entre los seres humanos y el reino animal. El registro genealógico de Lucas.
Al describir el origen de la raza humana, expresa esta diferencia con sencillez.
Dios formó al hombre del “polvo de la tierra” (Gén. 2:7), usando materia preexistente, pero no otras formas de vida, como animales marinos o terrestres.
Hasta que no hubo formado cada órgano y lo hubo colocado en su lugar, no introdujo el “aliento de vida”.
El pacto de la gracia no se desarrolló después de la caída. Las Escrituras señalan que aun antes de la creación.
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El origen de la raza humana se encuentra en un concilio divino. Dios dijo: “Hagamos al hombre” (Gén. 1:26). La forma plural del verbo.
hacer, se refiere a la Deidad trinitaria; Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo
Desgraciadamente, la humanidad rechazó este magnífico pacto de gracia tanto antes del Diluvio como después
Cuando Dios ofreció nuevamente el pacto, lo hizo por medio de Abraham. Nuevamente afirmó la promesa de la redención: “En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz”
Dios no recurrió al poder de su palabra. En vez de ello, se inclinó en un gesto de amor para formar a esa nueva criatura a partir del polvo de la tierra.