Es un trabajo con muchas responsabilidades, tan profesional como el de un doctor o un psicólogo y exige que los animadores posean una preparación física y psicológica tan eficiente como la de un deportista de alto rendimiento. Si a esto le sumamos, el conocimiento de idiomas, habilidades deportivas, manuales, saber trabajar en equipo, conocer cómo tratar a los huéspedes para satisfacer sus intereses y necesidades de información, sociabilización y comunicación, por solo mencionar algunas cualidades, veremos que no es tan sencillo como algunos inexpertos piensan.