La Iglesia ha contribuido a establecer la distinción entre comunidad política y sociedad civil, sobre todo, con su visión del hombre, entendido como ser autónomo, relacional, abierto a la trascendencia, visión que contrasta tanto con las ideologías políticas de carácter individualista, cuanto con las totalitarias que tienden a absorber la sociedad civil en la esfera del Estado.