Afirma que, alrededor de los 12 meses de vida, se produce una auténtica revolución en las capacidades cognitivo-sociales de los bebés, propone que a esta edad los bebés no sólo se perciben a sí mismos como seres intencionales, sino que son capaces también de percibir a los demás como personas que tienen intenciones. Y alrededor de los 12-14 meses, niños y niñas son capaces de comprender y usar signos lingüísticos, lo que es determinante para justificar que son capaces de conocer al otro como un agente intencional.