Las diversas formas de reduccionismo, tales como las concepciones del hombre biológico, reducido a las llamadas necesidades básicas; del hombre técnico, definido por su capacidad de fabricar; del hombre-razón, en cuanto divorciada de la sensibilidad, dan lugar a diversas concepciones, reduccionistas, en el tema de la motivación.
No hay en el hombre actos puramente sensibles ni puramente espirituales y por ello no hay dimensiones a-morales en el hombre; no hay actos moralmente neutros, dirá la filosofía moral.