La modernidad constituiría así un paradigma lineal de evolución histórica, instituyendo nociones de “procesos civilizatorios”, “progreso” o “desarrollo”, que habrían sido una experiencia única, patrimonio de algunos pueblos europeos (las narrativas noreuropeas, por ejemplo, acostumbran excluir a los mediterráneos en general, y a los ibéricos en especial, de esta experiencia).