El ejercicio físico regular reduce el riesgo de enfermedades crónicas metabólicas, debido a que induce efectos antiinflamatorios a través de la reducción de la grasa visceral, logrando menor liberación de citocinas proinflamatorias y la inducción de un ambiente antiinflamatorio con cada sesión de ejercicio.
La generación de este ambiente antiinflamatorio se origina por diversos mecanismos, entre ellos: aumento de la liberación de cortisol y adrenalina por medio de las glándulas suprarrenales, aumento de la producción y liberación de IL-6 por la contracción del músculo esquelético, lo que conduce a la fase antiinflamatoria, reducción de la expresión de los receptores de tipo Toll en monocitos y macrófagos, logrando menor producción de citocinas proinflamatorias; cambio fenotípico de los macrófagos en el tejido adiposo de M1 (proinflamatorios) a M2 (antiinflamatorios), y reducción en los números circulantes de monocitos no clásicos, y aumento en el número de células T reguladoras.