Podemos establecer un paralelo entre las mónadas semióticas y el concepto de persona, puesto que también a ellas les es inherente en determinada medida el carácter autónomo de la conducta. Esto, en particular, conduce a que el prolongado proceso de la historia de la cultura determina un aumento de la predecibilidad del mismo. La mónada, que como parte se subordina a las rigurosas leyes de la determinación, como un todo, como «persona», posee la posibilidad de elegir y una determinada reserva de impredecibilidad, de autonomía respecto del todo, respecto de su contexto semiótico.