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Mycoplasma pneumonia.
Muy pocas veces el paciente muere (atribuido a insuficiencia cardiaca), o complicaciones; también poco comunes, como:
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artritis, por mencionar algunos.
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El periodo de incubación varia de una a tres semanas. El comienzo por lo común es insidioso, con malestar general, fiebre, cefalea, faringitis y tos.
Al comienzo la tos no es productiva, a veces es paroxística, después el esputo es hemoptoico, y hay dolor torácico.
En la evolución el ataque general es moderado, y poco intensos los signos físicos de consolidación pulmonar.
Cuando la infiltración llega a su máximo, la enfermedad puede ser grave.
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Tinción de Gram en esputo es de gran utilidad, solo para identificar patógenos bacterianos diferentes al micoplasma.
Los micoplasmas se identifican en cultivos de faringe, y del esputo, se necesitan sueros de fase aguda, y de convalecencia.
Se puede confirmar el diagnostico por medio de la reacción en cadena de polimerasa de muestras obtenidas con aplicador en la faringe u otro material clínico.
Síntomas: fiebre, tos, bronquitis, dolor de garganta, dolor de cabeza y sensación de cansancio.
También se pueden presentar infecciones del oído medio (otitis media). Los síntomas pueden persistir desde algunos días hasta más de un mes..
Es causa importante de neumonías, en particular en personas de 5 a 20 años de edad.
Las infecciones por M. pneumoniae son endémicas en todo el mundo. Niños y adultos jóvenes en que prevale contacto cercano la cifra de infección puede ser mas grande, pero la incidencia de neumonía es variable.
Pueden ocurrir brotes colectivos de gran difusión, en intervalos de cuatro a ocho años. La infección por micoplasma es más común a finales del verano y en el otoño.
Es de poca intensidad y benigna, varia desde un estado asintomático hasta neumonitis grave, con ataque ocasional del sistema nervioso y la sangre.
Se transmite por contacto directo, participan secreciones de vías respiratorias. Los segundos ataques son infrecuentes.
Tratamiento: tetraciclinas, macrólidos o fluoro quinolonas.
Los antibióticos tales como la eritromicina, la claritromicina o la azitromicina son eficaces para el tratamiento. Sin embargo, debido a que la infección por micoplasma suele resolverse sin ayuda, no siempre es necesario el tratamiento de síntomas leves con antibióticos.
Los síntomas comienzan entre 15 y 25 días después de la exposición. Los síntomas generalmente se desarrollan lentamente, a lo largo de un período de dos a cuatro días.
Bacterias que carecen de pared celular. Pertenecen a la clase Mollicutes, tienen genomas pequeños, y tienen un bajo contenido de GC.
Los micoplasmas no son sensibles a los antibióticos que bloquean la síntesis de la pared celular, como la penicilina u otros antibióticos betalactámicos.
Análisis de sangre no específico (aglutininas frías) resulta útil para el diagnóstico definitivo, aunque no siempre sea positivo. La utilización de pruebas de laboratorio más específicas se limita muchas veces a investigaciones especiales de brotes.
Actualmente no existen vacunas para la prevención de la infección por micoplasma y no existen medidas eficaces y confiables para su control. Así como con cualquier enfermedad respiratoria, las personas deben cubrirse el rostro al toser o estornudar.
También se conoce como neumonía atípica debido a que los síntomas son diferentes de los de la neumonía que es causada por otras bacterias comunes.
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