Una de las principales conclusiones que extrajeron los especialistas es que los videojuegos afectan de diferente manera a hombres y mujeres. Así, las usuarias de estos juegos tienen más riesgo de sufrir depresión y de tener un peor estado de salud. Una de las intepretaciones que ofrecen los autores, liderados por James B. Weaver, es que ellas utilizan los videojuegos como "una automedicación digital", es decir, para evadirse de sus preocupaciones y cambiar su estado de ánimo. Además, pueden experimentar reacciones obsesivo-compulsivas, incluso adicción a la videoconsola.