No permite que el mundo exterior penetre en su intimidad; por eso, lo peor es rajarse; la peor ofensa que se echa en cara a un mexicano es que se rajó o que se quiere rajar porque se abre. Las mujeres, en cambio, han sido consideradas seres inferiores precisamente porque al entregarse se abren, se rajan. En general, estas poses de dureza son mecanismos psicológicos compensatorios para tapar la debilidad, el desconcierto y la confusión. México es país de máscaras