Entre el delito y la verdad: la literatura policial
Hay cierta incertidumbre por comprender lo que se intuye de lejos, lo que se sospecha, por develar el desenlace de una trama que navega entre acertijos y persecuciones. Es el placer de la lectura de un género que supo hacer de la búsqueda del saber su motivo privilegiado: la literatura. policial.
La inevitable sospecha, la búsqueda imprescindible: el origen del policial
aumento de poblacion
no se perciben individuos
grandes masas de personas
El camino parece trazado por otro, pero a él le corresponde averiguar de qué se trata. Frente a los múltiples sospechosos posibles, uno, sólo uno, descubre al culpable, devela la verdad
Desde el siglo XIX, una ciudad es un escenario donde los enigmas son posibles. El delito se convierte en el tema; la muerte, el asesinato, en un conflicto a resolver: se asiste al origen del relato policial.
El anonimato y la multitud, el sospechoso y el culpable, la búsqueda y el hallazgo, el crimen y la resolución, la intriga y la verdad: el relato policial se entrama a partir de esas palabras, las asume y construye historias, crónicas, películas; escribe
Una breve historia del género policial
Edgar Allan Poe funda el género policial
“Los crímenes de la calle Morgue”
El misterio de Marie Roget”
“La carta robada”
Los tres se publicaron entre 1841 y 1843,
Tan amplia fue la difusión en un público ávido e interesado por seguir esas historias, que pronto comenzó a considerarse al género como “literatura de masas” o “literatura popular”.
alguien ha cometido un delito generalmente, un asesinato y se ignora quién es el culpable. El caso, entonces, queda en manos de un investigador, un detective; la ciudad, con sus multitudes, será el escenario de los hechos.
ingleses Arthur Conan Doyle (1859-1930), con la novela Un estudio en escarlata (1887)
las famosas Aventuras de Sherlock Holmes; Gilbert K. Chesterton (1874-1936),
con los cuentos de la serie El candor del Padre Brown y Agatha Christie (1891-1976). Estos cuentos y novelas serán reconocidas como un tipo específico dentro del género: el policial de enigma.
En nuestro país, hasta las décadas del 40 y 50, la literatura policial goza de poco prestigio: En 1945, cuando Jorge L. Borges y Adolfo Bioy Casares fundan la Colección El Séptimo Círculo, comienza a difundirse el género, centrándose en el policial de enigma.
Del cuarto cerrado a la acción: el detective
personaje central de la literatura policial
Es el que toma a su cargo el caso y lo resuelve; el que descifra el enigma, descubre al criminal y lo atrapa
En el policial de enigma, el investigador es un personaje que puede ver más allá de todo y de todos: es inteligente y sagaz, es analítico y observador. Para él, el caso se presenta como un desafío.
Un infaltable ayudante lo acompaña, una pareja que aporta la torpeza, la lentitud de pensamiento, pero que hace posible que el ingenio del detective brille.
En el policial negro, en cambio, el detective es parte de las calles, pertenece a ese mundo, lo conoce. Es el detective de la acción, el que persigue al delincuente, el que tropieza con la violencia y dispara;
El relato policial argentino
1942 es una fecha clave para el policial argentino. Ese año, Jorge Luis Borges publica el cuento “La muerte y la brújula” en la revista Sur. Y junto con A. Bioy Casares, Seis problemas para don Isidro Parodi, que firman con el seudónimo Honorio Bustos Domecq. Las historias llevan al extremo la situación narrativa planteada en el policial de enigma
El investigador argentino, el personaje local que se encargue de la resolución estará encarnado en la figura del comisario. Ya no será un atildado aristócrata como en el policial inglés. En nuestros ejemplos literarios, el comisario casi siempre jubilado o ya retirado se dará cita en un bar
Otros relatos del policial argentino
El perjurio de la nieve, de A. Bioy Casares (1944) La noche repetida, de Manuel Peyrou (1953) Rosaura a las diez, de Marco Deveni (1955)
Los casos de Don Frutos Gómez, de Velmiro Ayala Gauna (1955) El caso de la muerte que telefonea, de Adolfo Pérez Zelaschi (1966)