Si los controles han de funcionar, deben ser adaptados especialmente a planes y posiciones, a los administradores individuales y a las necesidades para obtener eficiencia y efectividad. Para que sean efectivos, los
controles también deben ser diseñados para señalar excepciones en puntos críticos, para que sean objetivos, para ser flexibles, para ajustarse a la cultura de la organización, para que sean económicos y para dirigir a acción
correctiva.