“En efecto, parece que las actividades culturales se consideran como fuentes de riqueza y empleo, eminentemente por la atracción de flujos de gastos y rentas ligados al turismo cultural, La demanda de bienes culturales es cada vez mayor, según Aguado y Palma (2015) la participación cultural está determinada por la adicción racional y el aprendizaje a través del consumo, como por un conjunto de factores institucionales y tecnológicos que condicionan la valoración social y económica de dicha participación. Palma et al., 2014 resaltan que las fiestas generan beneficios externos tales como el valor estético o espiritual y el valor social, lo que reafirma el sentido de identidad asociado con la ciudad y su vida cultural, su valor histórico, simbólico y de autenticidad.