Si mi actitud es de aprecio incondicional, se crea un clima en el que el otro no está ya a la espera angustiosa de la desaprobación, rechazo o crítica, a lo cual puede estar acostumbrado en la familia, la iglesia, la escuela, etc.., sino que ablanda sus defensas y puede dejar de racionalizar, negar, desfigurar, ocultar.
Cabe preguntarme que interrumpe el libre flujo de mi aceptación: ¿Tocó un valor mío en el que me siento muy vulnerable, tal vez inseguro? ¿Sentí amenazada mi valoración personal? ¿Tocó una área de mi propia vida que todavía es bastante obscura y amenazante?
Lo que es importantes es que yo trabaje en ciertos aspectos conflictivos que me impiden acompañar al otro y que hacen que mis resistencias se sumen á las suyas, deteniendo el flujo de nuestra comunicación.